martes, 25 de agosto de 2009

Croas en unísono

A quien se digne de leer esta triste carta:

Estaba oscuro mientras merodeaba las melódicas calles, encaminado a mi casa, cuando, soltando la ultima bocanada de humo del cigarrillo que estaba fumando, me tropiezo con una ranita. Maniobré para no pisar a la pobre ranita, cayéndome al suelo, con mi cara justo al frente de esta solitaria criatura. Le pregunté a la ranita que hacía aquí, pero solo me respondió con unos pequeños saltos de ranita alegre. En eso la ranita se pone a saltar, mirando hacía una calle, como si estuviera diciéndome que la siguiera. De la nada la ranita se encamina hacia la calle, haciendo cortas pausas de admiración para ver si la estaba siguiendo. Al principio no sabía como reaccionar, acaso seguir a la rana y ver que aventuras trae, o ignorarla e irme a mi casa. Fue muy extraño en realidad, como la rana actuaba casi humanamente. Después de pensarlo unos cuantos segundos, decidí seguir a la ranita, quien respondió muy alegremente, saltando una y otra vez por la calle, aumentando el paso cada vez. Prendo otro cigarrillo, el humo es suave y la sensación es calmante. La gente camina, sin notar la rana, evitándola, haciéndose la ciega. Sigo atónito, viendo como la rana se dirige en una dirección en particular, avanzando mientras voy avanzando yo, pero quedándose en su lugar al instante en el que me detengo, como un espejismo. Seguimos avanzando con la ranita, cuando esta se detiene y empieza a saltar cada vez mas alto, indicando que habíamos llegado. Se puede divisar una pequeña poza de agua, como si hubiesen sacado las baldosas de la calle y las reemplazaron con un hoyo donde se colocaron todas las ranitas amigas de la bienaventurada que me hacía de guía. Analizando un poco la poza se veían distintas ranas, unas mas pequeñas que otras, unas mas coloridas, otras mas sociables, que iban saltando de un grupo en otro, haciendo las conversaciones mas adecuadas en cada parada. Y todos los grupos distintos de ranas eran muy conmovedores. Había, por ejemplo, un grupo de ranas que estaban compitiendo por cual de todas saltaba mas alto. Habían otras que croaban, primero a distintos ritmos, después se entonaban, después croaban en unísono, luego se detenían y seguían croando con otro ritmo completamente nuevo. Habían otras ranas que estaban juntas, pero no hacían nada en particular, se veía que compartían la soledad. Debo decir, eso si, que el grupo que mas me impactó fue el donde estaban todas las ranas en un circulo, viendo a otra rana coja y enferma. Veo detenidamente a esta ranita coja y la tomo en mis manos, la inspecciono. Puedo notar que, aparte de la evidente mutilación de su anca de rana izquierda, esta ranita fue abandonada de hace días, y las otras ranas están muy tristes porque no pueden ayudarla, no saben que le pasa. Ya con la rana en mis brazos, procedo a llevarla a algún lugar donde la puedan revisar. Noto que en este instante sube a mi hombro la ranita que me llevó hasta el lugar. Voy caminando por la calle y noto que la gente me mira con cara de asombrados, con cara de que le hubiese hecho daño yo a la pobre rana. Sigo caminando cuando un hombre de unos 60 años, con bigote y sombrero me dice “Disculpa, hijo, pero a donde llevas a ese niño?” De repente aterrizo, veo mis brazos y la ranita coja lentamente comienza a tomar otra forma, veo mi hombro y la otra rana iba desvaneciéndose, y empiezo a escuchar el llanto de un bebé. Vuelvo mi vista a mis brazos y veo a un varón, que no tiene mas de un día en este mundo. Vuelvo a la poza, que ya no es poza, sino el basurero de un restaurante no muy concurrido, y veo a la gente, que camina como si no pasara nada. Viajo velozmente al hospital para entregar al bebé, que se nota desnutrido e infectado por toda la basura donde ha estado viviendo. Espero unas horas para ver cual es el destino del desafortunado niño, siempre viendo a la ranita en mi hombro, que cada vez estaba mas pálida, mas apagada, mas dormida. Cuando sale el doctor para hablarme del avance del niño ya nada importaba, la ranita en mi hombro había desaparecido.