domingo, 24 de enero de 2010

Coming soon...

Esa misma noche se fue todo el pueblo a dormir, sin saber que la noche no se habría ido al despertar de la mañana siguiente.

miércoles, 20 de enero de 2010

Segundo piso y la transformación infinita

La vida cambia, se transforma de a poco sin que lo notes. El aire esta distinto, a veces mas denso a veces mas ligero. El ambiente se acalora, se enfría. No te das cuenta que la vida evoluciona, sin embargo lo notas en la música que recorre tu mente. Se nota en la gente que cambia, en el agua que parece correr mas lento. Las nubes se aclarecen mientras recorren por encima del cerro hacia la ciudad y una leve llovizna cae verticalmente, humedeciendo a la gente mientra camina por las calles. Una mujer de pelo negro se divisa en el techo de un edificio. Momentos después suenan disparos cerca del banco central, el mismo banco de donde esa mujer liberó su alma de la transformación infinita.

lunes, 11 de enero de 2010

Primer piso y el intramonólogo de la culpa

Te acuerdas de esa vez que saliste con tus amigos y se te olvido pagarles? Si, lo recuerdo perfectamente, me sentía como el bodrio, pensando que ellos pensaban que lo hice a propósito. Con mis entrañas retorciéndose con el sentimiento y la impotencia de pagarles la deuda. Ah, entonces te acuerdas también de la vez que insultaste a ese pequeño muchachito.. Como olvidarlo. Sus ojos estaban llenos de pena y yo no entendía que pasaba, no sabía que mis palabras podían herir a la gente, ya que no me pueden herir a mi, algo de falta de empatía, palabras del doctor.

No recuerdas acaso la vez que heriste los sentimientos de tu padre? Como si fuese ayer, las palabras vierten de mi boca, nunca pienso en las consecuencias, no pienso en lo que digo, no digo lo que siento ni siento lo que digo. Me arrepiento cada día de lo que brota de estas horribles cuerdas vocales, me arrepiento de no poder decirle a mi padre que sea el que siempre ha sido, que así lo amo y así lo amaré siempre.

domingo, 10 de enero de 2010

Cuarto piso y las sábanas.

Estábamos cerca del antro cuando decidí mirarte una vez mas antes de entrar y encontrarnos con los mismos de siempre. La luz de la luna se reflejaba levemente en tus ojos e iluminaba tu suave rostro, dejándolo de un color parecido al de la porcelana. El frío de la noche nos recorría y en una reacción natural me abrazabas, impregnando tu perfume en mi ropa. Pasaba por mi mente nuevamente el momento en que en verdad nos conocimos, esa tarde que hablamos por mucho rato sentados en el atardecer, con los pies sumergidos en la orilla de la laguna. Mando un último respiro y te miro; Estas lista para entrar? Si, ya entremos que hace frío.

Quinto piso y los disfraces mentales

No puedo aguantar mas. No puedo seguir así con todas esta mierda dando vuelta en mi cabeza. Siento como todo se acalora, como ese camino se derrite lentamente.

Quiero que esto se termine, desaparecerme un tiempo, no ver a nadie ni nada, sólo estar conmigo y sentir mi alma recorrer como ese sentimiento amargo recorre mi cuerpo. Cierro los ojos esperando que resulte, que pueda levantar las paredes y cerrar las puertas.

No creo que sea tan fácil olvidar, perdonar, simpatizar, alejar. Tendré que esperar a los resultados, me dije una y otra vez en el frío cuarto. El corazón se acelera y la mente se pone en blanco mientras en ese mismo cuarto todas las emociones salen como un bolo alimenticio hacia la superficie, lentamente quemando el interior y quitando todas las preocupaciones que sentías en ese momento. Vaya, no creo que haya funcionado. Me levanté lentamente, con una mano apoyada en el muslo y la muñeca de la otra en la boca, con la mente en blanco y libre para vivir otro día.

sábado, 9 de enero de 2010

Tercer piso y las ínfimas carencias

El sentido de impotencia que se llega a sentir en ciertas situaciones es tan agravante en corazón, alma y razón que termina por dejarte desesperanzado completamente. Así me mismo me sentí esa vez, te miraba como luchabas con tus problemas y no podía hacer nada para mejorar tu situación.
Así me vez tu ahora, tristemente moviéndome por el mundo sin razón de ser. Todo en lo que creía se fue cayendo lentamente; el trabajo ya no es el mismo, esa mujer con la que tanto soñaba ha cambiado completamente. Mis amigos ya no son tan amigos y súbitamente se me acaban las razones para vivir.

¿Sube o baja el ascensor?- pregunta un transeúnte del edificio.

-Baja.- le respondí, secamente.